Renoir vuelve a triunfar

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La Fundación Mapfre presenta «Renoir entre mujeres», del ideal moderno al ideal clásico, una exposición que aspira a ser uno de los platos fuertes de la temporada de otoño. A través de 60 obras, procedentes en buena parte de los museos de Orsay y del Orangerie, nos muestra la evolución del pintor: desde sus primeras pinceladas hasta las realizaciones de madurez. Entre las obras expuestas figura todo un clásico, una obra maestra del impresionismo, que contrasta con el desarrollo apps. Tal y como estaba previsto, la exposición ha sido un éxito: el público enseguida ha acudido en la sala.

La mujer como protagonista

La exposición explora la relación de Pierre-Auguste Renoir con las mujeres, que fueron siempre su principal fuente de inspiración. Las imágenes femeninas de Renoir están llenas de alegría, de sensualidad, de delicadeza… Hay imágenes de las suyas modelos más típicas: su mujer, sus amantes, sus amigas. Y muchas representan escenas familiares, escenas de mujeres inmersas en paisajes o incluso muchas imágenes íntimas. Se muestran, también, imágenes colectivas, con un fuerte protagonismo femenino. Y en la exposición se pueden ver también las típicas obras de madurez de Renoir, las célebres Bagneuses, tan odiadas por algunos críticos de su época.

El impresionista

Con poco más de 20 años, Renoir conoció a Monet y otros grandes pintores impresionistas. En aquel tiempo se aficionó a pintar parisinas elegantes, ya fueran dependientas o burguesas. Durante aquellos años pintaba cuadros similares a los de los otros impresionistas, a pesar de que él se inclinaba más por los personajes que por los paisajes. En aquel tiempo, era muy aficionado a retratar la vida popular de París: cafés, fiestas populares, encuentros bohemios… A menudo retrataba a las mujeres que conocía en la calle. Fue en este tiempo que pintó las célebres escenas del Moulin de la Galette.

El postimpresionista

Renoir (1841-1899) es conocido, sobre todo, por sus obras impresionistas, muchas de las cuales en realidad fueron bien poco valoradas en la época en qué las hizo. Pero después de un largo viaje por Argelia y de casarse, Renoir renunció al impresionismo. Algunos críticos aseguran que lo hizo porque el impresionismo no le permitía de pintar forma bastante definida el cuerpo femenino, que era su principal objeto de interés. Dejó de enviar sus cuadros a las exposiciones impresionistas, a pesar de que siempre estuvo presente. A partir de 1883, la técnica de Renoir volvió a vertientes más clásicas, por influencia de Rafael. Sus figuras adquirieron un tono cada vez más alejado del impresionismo, pero fue este rechazo a las nuevas técnicas lo que lo convirtió en un artista muy influyente para pintores posteriores como Henri Matisse o Pierre Bonard.

Renoir es sin duda, un artista de éxito, muy popular. Este impresionista decora comedores y salas de estar de todo el mundo. No hay ninguna tienda de postales y láminas artísticas que no disponga de una amplia colección de reproducciones del pintor francés; muchos países tienen colecciones de sellos con imágenes de los cuadros de Renoir. Se han editado miles de calendarios con sus imágenes parisinas; por Ebay se pueden encontrar decenas de miles de reproducciones de obras de Renoir.

Muchos críticos han azotado a Renoir, especialmente por los cuadros de su última época: lo han considerado kitsch, afectado, estridente… Lo han tildado incluso de maestro «del buen gusto pequeño-burgués».